Riesgo de despoblamiento inmediato en Asturias

Asturias tiene 672 pueblos abandonados y otros 716 sin viabilidad demográfica y abocados a una inminente desaparición, con menos de tres habitantes.

Cada año 15.000 asturianos dejan el pueblo para trasladarse a vivir al área central. En el medio rural, entre tanto, casi el veinte por ciento de las aldeas está desierto o corre riesgo de despoblamiento inmediato. Es decir, uno de cada cinco pueblos de Asturias tiene los días contados. De las 4.928 entidades ubicadas fuera del área metropolitana del centro de la región, hay 408 en las que ya no vive absolutamente nadie y en 538 lo hacen sólo entre uno y tres vecinos. Son datos del estudio «Pueblos en el olvido», elaborado por la Red Asturiana de Desarrollo Rural (Reader) en colaboración con el Ministerio de Medio Ambiente, Medio Rural y Marino.

Los 946 pueblos asturianos considerados «inviables» en los concejos rurales son la consecuencia de una sangría demográfica que no cesa ni en las alas ni en las comarcas mineras, unido a un proceso paralelo de concentración de la población en el centro de la región. El Principado tiene 672 pueblos abandonados, 131 núcleos deshabitados más que hace una década, lo que, además de la cifra más elevada de toda España, supone un incremento del 24 por ciento, calificado de «alarmante» por los autores del estudio. El proceso, lejos de atemperarse, se agrava. Desde el inicio del siglo, los concejos rurales del Principado venían perdiendo pueblos a una media de cinco por año, pero en 2010 se quedaron sin gente 17 núcleos, tres veces más de lo habitual. Esta tendencia al alza se confirmará en los próximos años, a la vista de que fuera de la denominada «ciudad astur» hay 430 aldeas que no pasan de tres vecinos. Según el informe, el mayor riesgo de despoblamiento y abandono se localiza ahora en las zonas altas de las comarcas mineras del Nalón y del Caudal.

La radiografía del informe del Reader confirma que los núcleos de población abandonados se concentran en los concejos rurales y en los que tienen una tradición de actividad minera e industrial en declive. El problema se agrava en los municipios de media y alta montaña de la franja meridional de Asturias y es menos apreciable en la costa, con las únicas excepciones de Villaviciosa y Llanes. La desertización se hace fuerte en las zonas alejadas, altas y de difícil acceso. Áreas periféricas, pero que, según el estudio, «tienen una significativa importancia en la identidad de Asturias».

La denominada Montaña Central (Mieres, Aller, Lena, Riosa y Morcín) es la comarca que presenta los números más preocupantes. Acumula 92 entidades vacías y otras 76 en las que no se llega a los tres vecinos. Le sigue, hacia el Oeste, el Ese-Entrecabos (Allande, Cudillero, Salas, Tineo y Valdés), con 69 pueblos «fantasmas» y 85 a punto de serlo. El número de entidades «inviables» se va reduciendo en el resto de la Asturias rural, de forma que en las comarcas semiurbanas del Cabo Peñas y el bajo Nalón apenas hay bolsas apreciables de aldeas abandonadas. La Comarca de la Sidra, también en la aureola del área metropolitana, no está en su misma situación, debido a que sólo en el concejo de Villaviciosa hay 37 núcleos sin residentes.

A partir de los datos actuales y de las perspectivas demográficas, el Reader divide las comarcas rurales en tres categorías de riesgo de abandono. El más «elevado» se presenta en la Montaña Central y el alto Nalón, territorios que combinan el carácter agrario con el minero y en los que aproximadamente el 30% de los núcleos están vacíos o podrían estarlo en breve. El riesgo «intermedio» es para las comarcas que aúnan espacios costeros y de montaña marcadamente rurales. El Occidente (Oscos, Eo y Navia-Porcía) cuenta con un índice de poblaciones «inviables» en torno al 30 por ciento. Un caso curioso se da en el Ese-Entrecabos, donde proliferan los abandonos y, sin embargo, el proceso de despoblamiento no es tan relevante como pudiera parecer.

En el Oriente, el porcentaje de entidades con graves problemas demográficos es del 17 por ciento, un punto por debajo de la Comarca de la Sidra y dos menos que el Camín Real de la Mesa. Por último, con tasas del 12 por ciento, la situación es mucho menos preocupante en las comarcas del Cabo Peñas y del bajo Nalón. Llama la atención que en esta categoría también figure la zona del alto Narcea-Muniellos, pese a estar ubicada en el extremo suroccidental de la región y a contar con unos marcados rasgos agrícolas y ganaderos.

El envejecido medio rural asturiano perdió en la primera década del siglo XXI el 7,6% de sus habitantes, pasando de 302.106 a 279.058 vecinos del año 2000 al año 2010, mientras la región sumaba 131 unidades al censo de pueblos abandonados. Además, 25 concejos han visto cómo su padrón se reducía por encima del 15% en ese mismo período. Todo ello, unido a otros factores como, por ejemplo, una densidad de población media en torno a los 33 habitantes por kilómetros cuadrados, cuando el centro ronda los 600 vecinos por kilómetro cuadrado, hace que los técnicos en desarrollo rural que han redactado el informe del Reader se sumen a las voces de alarma que ya se han dado sobre el futuro inmediato de la región: «O se actúa con rapidez y rigor, o la desertización del espacio rural asturiano será una realidad a corto plazo».

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